El criterio con el que otorgamos valor a esos elementos var铆a en el tiempo, a lo largo de la historia, y depende de lo que cada persona asume como sus valores.
En las organizaciones, los valores permiten que sus integrantes interact煤en de manera arm贸nica. Influyen en su formaci贸n y desarrollo como personas, y facilitan alcanzar objetivos que no ser铆an posibles de manera individual.
Para el bienestar de una comunidad es necesario que existan normas compartidas que orienten el comportamiento de sus integrantes. De lo contrario, la comunidad no logra funcionar de manera satisfactoria para la mayor铆a.
Cuando sentimos que en la familia, la escuela, el trabajo, y en la sociedad en general, hay fallas de funcionamiento, muchas veces se debe a la falta de valores compartidos, lo que se refleja en falta de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
En t茅rminos pr谩cticos es poco probable que una comunidad funcione bien (y no digo “perfecto”) si las personas que la integran no se basan en ciertos principios que orienten permanentemente su forma de relacionarse, en las buenas y en las malas.
Con la palabra “comunidad” me refiero a la pareja, la familia, el trabajo, el sal贸n de clases, el condominio, los vecinos, la ciudad, el pa铆s y a cualquier otra instancia de relaci贸n con otras personas. Si no compartimos sus valores no nos sentiremos bien, ni funcionaremos de manera adecuada en esa comunidad. Tampoco nos producir谩 satisfacci贸n ser parte de ella.
Para la cultura organizacional de una empresa los valores son la base de las actitudes, motivaciones y expectativas de sus trabajadores. Los valores son la columna vertebral de sus comportamientos.
Si los valores no tienen significados comunes para todos los empleados, el trabajo diario se hace m谩s dif铆cil y pesado. El ambiente laboral se vuelve tenso, la gente trabaja con la sensaci贸n de que no todos reman en la misma direcci贸n y los clientes pagan las consecuencias.